Camino de otoño
Un horizonte plano
La luz correcta
El árbol justo
Cierro los ojos
ya sin perderme
el horizonte se aleja con vos
Creo ir hacia él
pero no hay nada de mí, ahí.
El sonido del paso,
a ritmo de atardecer,
es siempre como un deseo,
un deseo de no querer despedir el día
Esos momentos que uno hace largos
Y eternos,
Y luces,
y ocres,
naranjas,
se detienen sobre las hojas
y sus ausencias
y amoras aromas [1] y vientos
Y sus contornos
Y el último brillo,
también
sobre los ojos
La noche se apronta
a despedir el día
no queda ya mucho tiempo de esa luz
esa que envolvía cada hoja
de cada árbol
de cada otoño
de cada calle
de cada domingo
A veces es triste
despedir los días
y sus luces de otoño,
es como el abrazo que se termina,
no porque uno quiera
sino porque el avión parte
Un atardecer es siempre una partida
un abrazo que termina,
un avión en la pista,
una mirada sobre la ventanilla
y una ausencia,
posada en cada nube
de cada
otoño,
de cada domingo,
Por eso,
a veces,
la noche caduca
[1] Al momento de escribir aromas, gracias a la dislexia, escribí amoras, si dudas neologismo filtrado del libro Versuras de Gonzalo Sanguinetti. Después escuché la combinación sonora entre la intención y el desvío.