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lunes, 19 de abril de 2021

Longinquas

 

Camino de otoño

Un horizonte plano

La luz correcta

El árbol justo

 

Cierro los ojos

ya sin perderme

el horizonte se aleja con vos

Creo ir hacia él

pero no hay nada de mí, ahí.

 

El sonido del paso,

a ritmo de atardecer,

es siempre como un deseo,

un deseo de no querer despedir el día

Esos momentos que uno hace largos

Y eternos,

Y luces,

y ocres,

naranjas,

se detienen sobre las hojas

y sus ausencias

y amoras aromas [1] y vientos

Y sus contornos

 

Y el último brillo,

                            también sobre los ojos

 

 

 

La noche se apronta

a despedir el día

no queda ya mucho tiempo de esa luz

esa que envolvía cada hoja

de cada árbol

de cada otoño

de cada calle

de cada domingo

 

A veces es triste

despedir los días

y sus luces de otoño,

es como el abrazo que se termina,

no porque uno quiera

sino porque el avión parte

 

Un atardecer es siempre una partida

un abrazo que termina,

un avión en la pista,

una mirada sobre la ventanilla

y una ausencia,

posada en cada nube

                                                             de cada otoño,

de cada domingo,

 

Por eso,

              a veces,

 

la noche caduca



[1] Al momento de escribir aromas, gracias a la dislexia, escribí amoras, si dudas neologismo filtrado del libro Versuras de Gonzalo Sanguinetti. Después escuché la combinación sonora entre la intención y el desvío.